Aumenta el número de investigaciones en el ámbito familiar
8/7/2013
La llegada de nuevas parejas a la familia puede despertar recelos, sobre todo en épocas de crisis y, especialmente, cuando el poder adquisitivo que demuestra la persona externa o sus condiciones económicas generales son inferiores a las que posee el familiar directo.
Desde hace ya algún tiempo, y según constatan diferentes despachos de detectives, han aumentado los casos de personas que deciden contratar sus servicios para investigar a la nueva pareja –normalmente del hermano o hermana o, incluso, del padre o la madre en caso de que éstos se encuentren divorciados- y proteger con ello el patrimonio familiar.
Al parecer, el perfil tipo de quien es susceptible de poner en peligro este patrimonio es el de un hombre, normalmente de más de 40 años, que quiere casarse con una mujer joven, generalmente de nacionalidad extranjera.
Ante una situación así, los familiares más cercanos suelen tender a desconfiar de que se trate de un matrimonio por amor y, cada vez en más ocasiones, acuden a un detective privado para que se encargue de investigar tanto el pasado como la situación actual de esta persona. Así pretenden garantizar, con ello, que no busca un enlace de conveniencia.
Igualmente, los profesionales del sector de la investigación privada indican que han aumentado los casos de trabajos por supuestas ocultaciones de bienes. Los clientes que acuden a los despachos de los detectives suelen ser personas que no pueden cobrar el dinero que les corresponde porque el deudor se declara insolvente y esconde el capital del que dispone a través de testaferros –que suelen recibir una cantidad económica de menor o mayor cuantía por que su nombre aparezca en determinados documentos que podrían resultar comprometedores-.
En esta línea, también parecen presentarse más situaciones de falsas separaciones matrimoniales, en las que la pareja se separa de forma legal y pone todos los bienes de que se disponga a nombre de uno de los miembros –y así se evita perder tanto el patrimonio común como el individual en los casos en los que el otro cónyugue acumula deudas más o menos cuantiosas-.